La evaluación de los aprendizajes en la universidad es una de las problemáticas de mayor incidencia social por su vinculación con el sistema de acreditación que afecta, tanto lo personal como lo institucional. La situación actual requiere revisar prácticas evaluativas para que estas contribuyan en beneficio de la formación profesional De allí, la necesidad de pensar el diseño y desarrollo de las propuestas de enseñanza, los supuestos y las relaciones entre los saberes específicos y las teorías acerca de la evaluación formativa.
En general, en el ámbito universitario los docentes construyen un saber sobre las prácticas de evaluación de un modo experiencial; dado su valor didáctico estos saberes necesitan ser recuperados mediante instancias de socialización institucional para ampliarse y profundizarse en relación a fundamentos epistemológicos. La reflexión crítica y colectiva sobre esas prácticas posibilita la mejora de los procesos de evaluación de y para los aprendizajes.
Desde un enfoque de evaluación formativa entendemos que toda instancia de evaluación de los aprendizajes involucra la evaluación de la enseñanza. Es un proceso cuya esencia es producir información acerca del objeto que se recorta para tal fin, lo que implica un esfuerzo sistemático e intencionado de aproximación a ese objeto. A la vez, la información que produce la evaluación genera conocimiento de carácter retroalimentador, es decir, ilumina los objetos evaluados permitiendo poner de manifiesto aspectos o procesos que de otra manera permanecerían ocultos.
Así planteada, es una oportunidad de aprendizaje y de comprensión de los propios procesos por parte del estudiante. Un rasgo significativo de este enfoque es la explicitación clara de los criterios de evaluación por parte del docente, esto constituye un modo de transparentar las decisiones.